Además de los diferentes tipos de jabones, es habitual encontrar en las duchas las esponjas que nos ayudan a limpiarnos con más profundidad a la vez que nos exfoliamos la piel. Sin embargo, si no tenemos mucho cuidado podemos conseguir el efecto contrario con las esponjas: infectarnos más de lo que nos limpian.
Y es que ha salido a la luz un estudio llevado a cabo por Journal Clinical Microbiology, en el que afirman que las esponjas tienen una gran cantidad de gérmenes y bacterias.
El ambiente húmedo que hay en un baño y en especial en las duchas o bañeras, provoca que se creen bacterias en nuestra esponja que, junto con las células muertas de nuestra piel, entran en contacto con nuestro cuerpo cada vez que la utilizamos.
Esto no tiene por qué resultar peligroso a no ser que tengamos los poros abiertos o acabemos de afeitarnos. En estos casos, cuando la esponja entra en contacto con nuestra piel puede provocar infecciones. Tanto es así que se estima que el 98% de los dermatólogos recomiendan prescindir por completo de las esponjas.
De todos modos, hay para quien la esponja es un imprescindible de la higiene personal, en cuyo caso hay dos recomendaciones que se deben seguir; La primera es que después de cada ducha la saquemos a un lugar exterior para que se seque, alejándola así de la humedad; por otro lado, recuerda que la vida de una esponja es de 2 a 3 semanas, pasado ese tiempo deberás renovarla por otra nueva.
Foto de portada: Brett Hondow
Fuente: Genial.guru
Además de Internet y la tecnología también me gusta la decoración en general.