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La temperatura ideal para dormir

Son pocos los días del año en los que la temperatura es la idónea para dormir profundamente y sin interrupciones durante toda la noche. En verano, podemos pasarnos horas dando vueltas sobre el colchón buscando el punto más fresco de la cama. Y en cambio en invierno, parece que no existen mantas suficientes para acabar con el frío. Si además compartimos un colchón doble, ponerse de acuerdo sobre la temperatura ideal para dormir se vuelve de lo más complicado.

Entonces, ¿Cuál es la temperatura ideal para dormir? A pesar de que cada persona tiene su propio umbral del frío y del calor, existen unas recomendaciones generales a la hora de establecer la temperatura idónea para que una persona pueda dormir de manera confortable.

Según la comunidad médica, ese rango de temperatura óptimo se sitúa entre los 19 y los 22 grados centígrados, aunque algunos expertos abogan por temperaturas más frescas de entre 15 y 18 grados centígrados.

Colchón adecuado

Sin embargo, la temperatura de la habitación no es el único factor determinante, ya que también es importante tener en cuenta la temperatura corporal. Por lo general, las mujeres son más sensibles al frío y tienden a perder calor en las extremidades más que los hombres. Cada persona tiene su propia sensibilidad y tolerancia a las temperaturas frías o cálidas, que puede variar a lo largo de su vida y puede influir en su descanso.

Para conseguir un sueño confortable y una temperatura ideal durante la noche, enumeramos a continuación algunas recomendaciones a seguir:

Índice

    1 – Elegir un colchón adecuado

    Es importante elegir un colchón que nos permita mantener una temperatura de descanso adecuada durante todo el año, ya que algunos materiales son más calurosos que otros. De hecho, la firmeza del colchón puede ser determinante para encontrar la temperatura perfecta para el descanso. Dado que los colchones viscoelásticos se adaptan perfectamente al cuerpo, envolviéndolo, se considera que este tipo de colchón es la opción más calurosa, pero si están fabricados con materiales de calidad, transpirables, y se combinan con tejidos naturales como el algodón o el lino, son perfectos también para el verano. En el caso de un colchón firme, como el de muelles ensacados, dado que no nos hundimos en el colchón, percibimos mejor el aire que nos rodea y como norma general la sensación térmica es más fresca. Además, este tipo de muelles aporta una ventilación extra en el núcleo del colchón. 

    Otra opción es optar por un sobrecolchón reversible, que se adaptará a tus necesidades durante todo el año sin necesidad de cambiar de colchón, con una cara más fresca para el verano y otra más acogedora para el invierno.

    2- Adecuar la ropa de cama a cada estación

    Es conveniente cambiar la ropa de cama según la época del año, ya que las necesidades térmicas varían con las estaciones, y no todos los materiales tienen las mismas propiedades. Por ejemplo, la seda es un buen material para el invierno ya que permite mantener el calor al tratarse de un material aislante, que absorbe la humedad. También lo es la lana, que cuenta con unos filamentos que dificultan el intercambio térmico y mantienen una sensación térmica estable. Por otro lado, el algodón es un material que está indicado tanto para invierno como para verano, ya que tiene una gran capacidad para absorber la humedad y es un material suave y confortable. Para el verano y las personas más calurosas, las fibras naturales como el lino con sus filamentos transpirables está especialmente diseñado para ofrecer una temperatura equilibrada durante el descanso nocturno cuando las temperaturas son altas.

    3- No dejar encendida ni la calefacción ni el aire acondicionado durante toda la noche. 

    Esta es una recomendación generalizada, tanto desde el punto de vista económico y energético, como sanitario.

    Desde el punto de vista económico, se calcula que la reducción de la calefacción por la noche puede reducir tu consumo y tu factura al menos un 10%. En cuanto a la salud, con temperaturas altas, el ambiente se reseca y esta sequedad puede generar problemas respiratorios y hacernos más vulnerables frente a catarros y gripes. 

    4- Ventilar la habitación.

    Una correcta ventilación de la habitación es indispensable para renovar el aire en todas las estaciones del año, pero es especialmente importante ventilar la habitación en verano, ya sea a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, para reducir la temperatura en la habitación y conseguir un buen descanso.