Nosotros nos hemos dado cuenta de que se suelen repetir ciertos patrones cuando cambiamos de ciudad y es que la adaptación tampoco es nada fácil, al menos los primeros días. Los que nunca han pasado por una mudanza de estas características, sabréis lo que puede significar si alguna vez habéis viajado a otra ciudad, porque curiosamente también nos manejamos de manera muy distinta.
Hoy en día, cada vez más gente joven tiene que abandonar el nido para buscar un futuro prometedor en otra ciudad que le de una oportunidad, y muchas personas, hace muchos años, tuvieron que pasar por una situación muy similar. Así que hoy queremos homenajearles echándole un poco de humor, explicando las verdades que ocurren cuando cambiamos de ciudad.
Localizas el centro de la ciudad y buscas los locales más apetitosos.
Pensamos que el centro es el sitio que más vamos a visitar y transitar, así que es lo primero que localizamos y recorremos. Además, pasear por esas calles nos confirmará que estamos de pronto en otra ciudad, y seguro que nos llena de emoción. Los bares y restaurantes son fundamentales para la supervivencia, así que el primer día ya hemos hecho un recorrido visual por los que mejor pinta tienen.
Como mínimo visitas un museo, cosa que nunca has hecho en tu ciudad.
Excluyendo las excursiones escolares, ¿cuántas veces has visitado los museos de tu ciudad? Sin embargo, ha sido mudarte y ponerte al día con toda la cultura que se puede encontrar en los museos más antiguos y más grandes, y es que es imprescindible conocer todos los detalles de la ciudad.
El transporte público es tu nuevo mejor amigo.
Posiblemente en tu ciudad de origen también utilizaras el transporte público a menudo, sin embargo te han faltado segundos para hacerte todo un experto en tu nuevo hogar. Todas las líneas, los horarios, las combinaciones, precios, paradas de todos los tipos de transportes públicos que haya ya están memorizados en tu mente. ¿Y por qué? Es barato, ya no puedes contar con nadie para que te vaya a buscar en caso de apuro.
Tu pequeño piso compartido de 30 metros cuadrados es tu nueva mansión… y tus compañeros de piso tu familia.
La convivencia con desconocidos es una de las cosas más delicadas a la hora de tener que abandonar el nido para probar suerte en otra ciudad. Sin embargo, mientras el piso nos guste y nos de buenas energías, será perfecto para empezar con esos compañeros que se convertirán en la nueva familia. Y es que a partir de ahora serán ellos los que te vean en pijama y helado en los días tristes, y celebrarán contigo los momentos más felices.
Descubres nuevos hobbies que nunca hubieras imaginado.
Conoces a gente nueva y con ellos desarrollas actividades que nunca hubieras imaginado, no hablamos de cosas muy complicadas, sino de hacerte un experto en la bolera, al mus, etc. Seguramente en tu ciudad hubieses puestos ciertos límites a experiencias nuevas, sin embargo, dado este punto, te abres a todo y descubres todo un mundo.
La comida de tu madre se convierte en la de un restaurante con 100 Estrellas Michelín.
Echas muchas cosas de menos de tu casa, recordar a la familia y amigos te provoca cierta nostalgia, pero nada es comparable con lo que echas de menos la comida de tu madre. Ahora que te estás alimentando lamentablemente con comida precocinada y recuerdas las veces que no te comías los platos que tu madre te ponía delante… ¡quién pudiera pillarlos en este momento!
Te has convertido en el mejor economista de la ciudad.
Antes podías tardar un minuto en hacer la compra en el supermercado, sin embargo ahora tardas una media de 15 minutos por producto. Hay que comparar absolutamente todos los precios respecto a la cantidad y calidad, hasta que te hagas un experto. Esto no sólo ocurre cuando vas al supermercado, de repente te darás cuenta de que tienes una lista hecha de los bares, tiendas, cines… más baratos al lado al de casa.
Sigues a todas las páginas habidas por haber de actividades de tu ciudad.
Para integrarnos en la nueva ciudad queremos estar al tanto de todo lo que en ella sucede, de actualidad también, pero a tí lo que más te interesan son las actividades de ocio que se realizan, ya que quieres ser partícipe de todas. Las redes sociales nos ayudan mucho en este punto, ya que en Twitter y Facebook podemos encontrar todo lo que necesitamos.
Aunque nunca te hayan gustado las fiestas locales de tu pueblo, en tu nueva ciudad no faltas a ninguna.
«Hay que conocer las costumbres de tu nueva ciudad» será tu excusa perfecta para integrarte en todos los saraos que encuentres. En los años siguientes quizás vayas siendo más selectivo, pero en un principio no faltas ni a las del Imserso.
Descubres tu habilidad para hacer amigos en cualquier momento.
A la mínima ocasión te ves capacitado para entablar conversación con desconocidos e iniciar acercamientos que, ¿por qué no? puedes ser tus nuevos compañeros. Llegar de nuevas a un lugar hace que te esfuerces más por relacionarte y desde luego esto es una de las cosas más positivas que tiene una mudanza.
Tu vida ha dado un giro de 180º, pero cuando llegas a casa te das cuenta de que todo sigue igual.
Cuando regresas a casa por unos días te das cuenta de que allí todo sigue igual, aunque tú no hayas estado ahí, todos siguen con su rutina habitual y tú llegas cargado de emociones, pero descubres que el mundo no se detiene por tí.
Todos te llaman valiente, pero sabes que en realidad no es así.
Parece que mudarnos de ciudad acarrea una valentía que pocas personas tienen, pero tú en el fondo sabes que no es así, que todos podrían hacerlo. Y así es, tú lo que tenías eran ganas, y las ganas todo lo pueden, y es que cuando nos vemos en determinadas ocasiones, todos somos capaces de afrontarlas y superarlas. Lo de valiente sigue estando por ver…
Te das cuenta de que eres libre e independiente.
Enfrentarte tú sólo a todas las tareas cotidianas, por muy tontas que sean, te hace sentir libre e independiente, y eso es una satisfacción que pocas cosas pueden darte. Eres capaz de sobrevivir y organizarte a tu manera, como si volvieras a nacer.
Las despedidas son duras, pero aprendes a vivir con ellas.
Cada vez que vas a casa, o que alguien va a visitarte llega el peor momento de todos: despedirte. La nostalgia puede invadirte en ese momento, pero aprendes que es algo más de la rutina y que ello no te impide disfrutar de igual modo de lo que la vida te está regalando.
De repente te das cuenta de que cuando vuelves a casa te conviertes en un turista.
Si en tu nueva ciudad estás descubriendo cosas que antes no hacías, no es diferente en tu ciudad de origen, ya que cuando vas de visita te descubres a tí mismo haciendo turismo. Los lugares que antes pasaban más desapercibidos, quizás por ser los más emblemáticos, ahora se convierten en un punto de referencia de tus orígenes, así que no dudas en visitarlos siempre que puedes.
Tu vida cabe en una maleta.
Tenemos muchas cosas en casa y pensamos que todas son igual de imprescindibles, sin embargo te das cuenta de que a la hora de la verdad lo imprescindible cabe en una maleta. En tu nuevo hogar irás acumulando nuevas cosas que te parecerán igual de importantes, hasta que tengas que empaquetar de nuevo.
Fuente: masedimburgo, groopify
Además de Internet y la tecnología también me gusta la decoración en general.