Este desierto tiene una extensión de 650.000 kilómetros cuadrados, acogiendo zonas de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Omán y Yemén. Hace una semana los habitantes se encontraron un auténtico río de arena, que nada tiene que ver con las tormentas de arena. Estas últimas se deben al viento, que es capaz de transportar grandes cantidades de arena de un lugar a otro, como si de un oleaje se tratase.
Sin embargo, en esta ocasión los expertos aseguran que el fenómeno se debe a las fuertes inundaciones que se han producido en la zona de Oriente Medio durante el último mes. Según parece, el agua ha creado una mezcla de la arena, granizo y otros materiales que son arrastrados a gran velocidad por el agua de la lluvia.
La gran cantidad de arena hace que, aunque la fuerza de arrastre esté producida por el agua, cuando la mano se sumerge en el caudal, sólo se toque arena. Si ver las imágenes resulta impresionante, no me quiero imaginar lo que tiene que suponer verlo en vivo. Os dejamos el vídeo que está circulando por la red, para que podáis comprobarlo por vosotros mismos.
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