Todos podemos admirar estas obras, pero no todos podemos ponernos manos a la obra para hacer ciertas maravillas, ¿o sí? Actualmente se siguen haciendo construcciones capaces de quitarnos el hipo, pero se tienen que tener ciertos conocimientos para darle forma a construcciones de gran tamaño. Sin embargo, hemos encontrado en la red muchos casos de personas que están fuera de esa profesión y que sin embargo han creado verdaderas obras faraónicas con sus propias manos. Sin equipo cualificado, sin ayudantes y sin maquinaria especial; un par de manos, mucha creatividad y sobretodo mucha paciencia, han sido los ingredientes necesarios para la construcción de las obras que hoy queremos enseñaros.
No sólo se trata de construcciones que podemos contemplar por su belleza, sino que también debemos admirar por su proceso de trabajo, ya que han sido construidas por personas normales que tenían un sueño y trabajaron para conseguirlo.
1. Palais Ideale.
Este palacio lo construyó Ferdinand Cheval, un cartero de la comarca francesa Châteauneuf-de-Galaure, que siempre soñó con vivir en un palacio, pero evidentemente, no tenía patrimonio para ello, aunque lejos de renunciar a su sueño, decidió construirlo él mismo.
Un día, cuando hacía su ruta diaria laboral, se encontró una piedra de forma extraña y la guardó, fue la primera de muchas conchas, guijarros y demás piedras que se recolectó. Cada día llenaba mochilas y carros enteros con estas piedras y fue entonces cuando se puso manos a la obra.
Comenzó la construcción en el año 1879, ensamblaba las conchas, piedras y guijarros con cemento, cal y mortero y así fue construyendo los cimientos del palacio. Trabajaba por las noches y en sus días libres, iluminándose con una pequeña lámpara de aceite.
La construcción es el resultado de la fusión de la arquitectura cristiana e hindú, creando un espacio más propio del surrealismo que llegó a llamar la atención, tras su muerte, de muchos artistas de la época como Pablo Picasso, Breton, o el cronista Anaïs Nin.
Tardó 33 años en completar la obra, y aunque el Palacio estaba terminado, Cheval también quiso hacerse su propio mausoleo para ser enterrado allí cuando muriera, finalmente en 1924.
A pesar de que durante los primeros años los vecinos de la comarca lo trataban como un hombre desequilibrado, el descubrimiento de su obra, tras su muerte, hizo que el Palais Ideale fuera declarado Patrimonio de Interés Histórico en 1969, y el propio Cheval fue condecorado póstumamente. Él había demostrado que a pesar de su origen humilde y la falta de formación, tenía un talento innato para la arquitectura, y su obra está hoy en día abierta al público.
2. Catedral de Justo.
En el municipio de Mejorada del Campo, en Madrid, España, nos podemos encontrar una majestuosa catedral con altas torres y una fantástica cúpula que parece obra de uno de los mejores artistas del mundo, y seguramente será así, pero la diferencia es que este no es conocido mundialmente.
Su nombre es Justo Gallego Martínez, un señor que actualmente tiene 88 años de edad y que aún no ve acabada la obra en la que lleva trabajando 50 años. Se trata de un agricultor, ex monje y ahora arquitecto autodidacta que deja maravillado a todo el que ve su trabajo.
Trabajó muchos años como granjero y después se ordenó en un monasterio trapense donde pasó 8 años de su vida. Sin embargo, tuvo que irse del monasterio cuando en 1961 contrajo tuberculosis, no obstante, la enfermedad no pudo acabar con él, sino que le dio fuerzas suficientes para ponerse manos a la obra en la construcción de la catedral que, según él, rinde homenaje a la Virgen María como el más noble acto de fé.
En un terrero heredado de sus padres de más de 4.500 metros cuadrados comenzó la construcción que, en su momento, carecía de licencia. Los vecinos no tenían ninguna certeza del trabajo de Don Justo, como le llaman, sin embargo con el paso de los años y el progreso del trabajo las opiniones han cambiado radicalmente.
En este caso, nuestro artista ha ido construyendo la catedral con desperdicios que encontraba por la calle. Por ejemplo, las altas columnas están hechas con tambores de aceite vacíos, el revestimiento de una de las cúpulas con tubos de alimentación desechados, los arcos son de neumáticos de camiones y autobuses y el resto está hecho con madera y ladrillo.
Muchos medios internacionales se han interesado por su obra y ahora recibe donaciones de todo el mundo para poder seguir trabajando en ella, incluso apareció en un spot de Aquarius, por el que le pagaron 40.000 euros, que él invirtió en material para su construcción. Lejos de utilizar equipos como una grúa, Justo Gallego sigue poniendo ladrillo a ladrillo con la ilusión de algún día poder ver su obra terminada.
3. Castillo de Cebolleros.
También se conoce como Castillo de las Cuevas, y se encuentra en la localidad de Burgos, España. Un hombre, llamado Serafín Villarán se puso manos a la obra en 1978 y comenzó a construir su propio palacio sobre unas antiguas bodegas con inspiración modernista aunque con un estilo único.
20 años más tarde, en 1998, Serafín falleció y no pudo ver su obra terminada, aunque la familia no se lo pensó dos veces antes de tomar el relevo en la construcción y acabar el castillo en honor a su padre, que dedicó hasta el último día de su vida en levantar la obra.
Absolutamente todo el castillo está hecho con piedras de río, consigue elevarse cinco plantas y cuenta con una superficie de 300 metros cuadrados. Tanto su interior como su exterior parece sacado de un cuento de hadas, ya que Serafín se preocupó por todos y cada uno de los detalles, actualmente es uno de los lugares más emblemáticos del pueblo y recibe muchas visitas de turistas nacionales e internacionales.
4. Castillo del Coral.
Edward Leedskalnin vivía en Letonia hasta que emigró a Florida, Estados Unidos, en 1923 construyó este castillo que alberga algún misterio que otro. La construcción está hecha con grandes bloques megalíticos de piedra caliza de origen coralino, de ahí viene su nombre.
Estos bloques son muy pesados y por eso se han creado muchas leyendas a su alrededor porque consta que fue una construcción que Leedskalnin hizo sólo, por lo que se creía que tenía una fuerza superior, sin embargo, se ha demostrado mediante fotografías que el artista utilizaba un trípode de madera con cadenas y una caja (a modo de grúa) para poder mover todas las piedras.
Se calcula que toda la obra supone alrededor de 1.000.000 kg de coral. Leedskalnin llamó a su obra «Rock Gate Park» en Florida City, sin embargo en 1936, cuando la obra ya estaba terminada, decidió moverlo hasta su ubicación actual, en Homestead, y durante tres años estuvo moviendo piedra a piedra para su reconstrucción. Por lo que este artista tiene doble mérito por su trabajo, actualmente todo el recinto donde está la obra ocupa 16 kilómetros.
5. Castillo de Bishop.
En el sur de Colorado, en 1959, el joven Jim Bishop, que sólo tenía 15 años, decidió comprar una pequeña parcela de tierra de unos 10.000 metros por tan sólo 450 dólares. Pasaron diez años y hasta que Bishop decidió comenzar a construir una pequeña cabaña familiar para poder vivir cómodamente en ella, según parece algún vecino veía la construcción muy grande y fue cuando le preguntó si se trataba de un castillo. Fue ahí cuando a Bishop se le encendió la bombilla y cambió sus planes arquitectónicos.
Toda la estructura está hecha con piedra, aunque poco a poco se han ido incorporando otros elementos, desde que en 1969 se iniciara este proyecto, tanto Bishop como su familia trabajan diariamente para conseguir terminar la obra, aunque cada vez la amplían más y se ha convertido en el reclamo turístico de la zona.
En los días de fiesta, el dragón que hay en la fachada principal escupe fuego y la obra se está completando con grandes vidrieras que llenan todo el interior de luz natural. Actualmente están abiertos a recibir donaciones que le ayuden con el trabajo, aunque también permiten que diseñes una parte de la próxima vidriera si donas una cantidad superior a los 300 dólares.
6. Castillo Taródi Var.
En la región de Soprón, en Hungría, nos podemos encontrar con este castillo con estructura medieval, aunque en realidad es contemporáneo. En 1951 Stephen Taródi compró una parcela de tierra y comenzó la construcción de su propio palacio, durante los siguientes 50 años él y toda su familia se dedicaban a su construcción, siempre en los ratos libres.
Tiene 20 metros de altura máxima en sus torres y cubre una superficie total de 350 metros cuadrados. Desde que la obra estuvo terminada fue la residencia de Stephen y su familia, aunque abrían la puerta a los visitantes que querían conocer más su historia y ver su interior, el cuál tampoco tiene desperdicio. El artista falleció en el año 2010, esta vez sí, viendo su obra terminada, a pesar de su fallecimiento, la familia sigue estando feliz de abrir las puertas de su casa a los visitantes que quieran conocer el castillo.
7. Castillo de Fidler.
Nos desplazamos hasta la localidad de Surrey, en Inglaterra, y allí nos encontramos un curioso castillo de estilo Tudor construido en 2001 por el granjero Robert Fidler en un terreno de su propiedad. Él y su esposa se pusieron manos a la obra y consiguieron levantar sin ninguna ayuda este hermoso castillo que, cinco años después, ya estaba concluido y pudieron trasladarse a su interior para vivir en él.
Sin embargo, este castillo no sólo se ha hecho famoso por su belleza, también por la polémica que ha tenido su construcción. Fidler y su esposa levantaron un muro de paja alrededor de la parcela que cubrieron con una tela azul para que se mantuviese estable con el paso del tiempo. Tras ese muro fue donde comenzaron la construcción, sin ningún tipo de licencia, y bajo la ignorancia de todos los vecinos.
Desde 2008 el ayuntamiento ha denegado los permisos necesarios para mantener la construcción en pie, y actualmente siguen en pleitos para derrumbarlo, a pesar de haber pasado los cuatro años que se consideran necesario para la prescripción del delito, la portavoz del caso ha dicho que al realizarse ocultos bajo ese muro ese derecho pierde validez.
A pesar de la belleza del edificio, la batalla legal sigue su proceso y no sabemos en lo que deparará. Lo que si cuentan los vecinos es que al quitar el muro y ver el resultado todos se quedaron asombrados, podían esperarse cualquier cosa menos una obra de tal dimensiones hecha sin ningún tipo de maquinaria ostentosa como podría ser una grúa de construcción.
8. Torre de Eben-Ezer.
En Lieja, Bélgica, un hombre fascinado con la Biblia llamado Robert Garcet decidió construir un castillo en forma de torre en los años 60. Su nombre hace referencia a al monumento que construye Samuel al derrotar a los Filisteos según la Biblia, además, las cuatro esculturas que coronan la torre representan a los cuatro querubines del apocalípsis.
Tiene 33 metros de alto, tiene siete niveles de altura y fue diseñado utilizando antiguas mediciones místicas. Su estructura es impresionante, pero su interior aún lo es más, por todos los secretos que aguarda. Y es que la torre está construida sobre una red de túneles muy antiguos, según el propio Garcet, llegó a descubrir fósiles con más de 70 millones de años de edad.
Actualmente el edificio es la sede de Le Musée Du Silex, un museo en el que el artista recopila todos los objetos históricos que tiene en su posesión, como colección propia. Además de una biblioteca, en su interior puedes encontrar mucho arte bíblico, arqueológico, paleontológico y geológico.
9. Chateau Laroche.
Más de cincuenta años le llevó a Harry Andrews construir este castillo en la orilla del río Miami, en Ohio, Estados Unidos. Se trata de una obra de estilo normando medieval, no sólo por su aspecto sino porque también fue construido con sus propias manos.
Andrews ejerció de médico durante la Primera Guerra Mundial y el nombre del castillo viene en honor al hospital militar donde se recuperó de las heridas del conflicto. En el año 1927 recibió una parcela de tierra y Andrews decidió convertirse en líder de un grupo de Boy Scouts. La parcela la utilizaba para hacer actividades con los muchachos y dos años más tarde se dio cuenta de que realmente se merecían un castillo, así que se puso manos a la obra. Diariamente iba a al río en busca de piedras y acabó haciendo sus propios ladrillos de hormigón utilizando cartones de leche como molde.
Al principio, la construcción del castillo era un trabajo paralelo a sus actividades para ganarse la vida, una vez que en 1955 se retiró, pudo dedicarse única y exclusivamente a su obra. En 1981 Andrews murió en un accidente, su obra ya estaba terminada y su deseo era que quedara en el grupo de Boy Scouts para quienes lo había construido y así fue. En todo este tiempo el edificio ha sido renovado y se trabaja por mantener su estructura y los jardines de alrededor.
Fuente: LaVozdelMuro, plataformaarquitectura, gizmodo
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