
En este caso, el principal problema al que se enfrentan las personas que viven en el barrio de St. Pauli es al constante olor a orín que hay en sus calles. La gente sale de fiesta, se emborracha y luego hace sus necesidades donde mejor le viene, sin pensar en las molestias que está causando. Sin embargo, el ingenio siempre se impone ante la adversidades y, en este caso, lo ha hecho de una forma de lo más cómica: devolviéndole las meadas a sus propietarios. ¿Cómo? Es fácil. Los vecinos de St. Pauli han pulverizado las paredes del barrio con un producto hidrofóbico que repele los líquidos y hace que reboten en todas direcciones; así que si te dispones ha dejar tu huella en una de sus fachadas lo más probable es que acabes pringado con tu propio orín. ¡Bien merecido!
Mira el vídeo y verás lo bien que funciona este genial sistema.
Vía La Voz del Muro.
Communication & Marketing Strategist en Cyberclick. Periodista, Redactora, Realizadora Audiovisual y Community Manager. Escritora y poeta en mi tiempo libre. Mis pasiones son viajar, leer y el mar.